Cálculos y decisión de un Administrador en apuros
La Palabra
(Am 8,4-7 // Sal 112 // 1 Tim 2,1-8)
A los discípulos les decía: ---Un hombre rico tenía un administrador. Le llegaron quejas de que estaba derrochando sus bienes. Lo llamó y le dijo: ---¿Qué es eso que me cuentan de ti? Dame cuentas de tu administración, pues no podrás seguir en el puesto. El administrador pensó: ¿Qué voy a hacer ahora que el amo me quita mi puesto? Para cavar no tengo fuerzas, pedir limosna me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me despidan, alguno me reciba en su casa. Fue llamando uno por uno a los deudores de su amo y dijo al primero: ---¿Cuánto debes a mi amo? Contestó: ---Cien barriles de aceite. Le dijo: ---Toma el recibo, siéntate enseguida y escribe cincuenta. Al segundo le dijo: ---Y tú, ¿cuánto debes? Contestó: --- Cien fanegas de trigo. Le dice: ---Toma tu recibo y escribe ochenta.
El amo alabó al administrador deshonesto por la astucia con que había actuado. Pues los ciudadanos de este mundo son más astutos con sus colegas que los ciudadanos de la luz. Y yo os digo que con el dinero sucio os ganéis amigos, de modo que, cuando se acabe, os reciban en la morada eterna. El que es de fiar en lo poco, es de fiar en lo mucho; el que es deshonesto en lo poco, es deshonesto en lo mucho. Pues si con el dinero sucio no habéis sido de fiar, ¿quién os confiará el legítimo? Si en lo ajeno no habéis sido de fiar, ¿quién os encomendará lo vuestro? Un empleado no puede estar al servicio de dos señores: pues odiará a uno y amará al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No podéis estar al servicio de Dios y del dinero.
(Lc. 16, 1-13)
La Reflexión
Hoy Jesús nos habla de dos señores, Dios, el Señor con mayúsculas, y el dinero, que es el señor que termina manejándonos.
Nosotros podemos elegir, o deberíamos, pero en este mundo es realmente difícil poder elegir, el dinero nos puede. No somos conscientes que somos unos simples administradores del dinero y que debemos administrarlo de forma que no cree desigualdades, que no oprima a los demás, que sirva para construir el Reino de Dios aquí, en este mundo. Sin embargo, es el dinero el que nos maneja a nosotros, cuanto más tenemos, más queremos. Más necesitamos, y lucharemos por el pasando por encima de todo y de todos.
Sería inútil decir que debemos renunciar al dinero por Dios, porque en este mundo el dinero es necesario. Necesario para pagar justamente por lo que comemos, por un techo, por… Pero cuanto se nos pide que no es justo, o cuanto estamos dispuestos a quitarle al otro por llenarnos de cosas que nos son
necesarias y que deseamos tener a costa de cualquier otra cosa o de otra persona.
Nosotros podemos elegir, o deberíamos, pero en este mundo es realmente difícil poder elegir, el dinero nos puede. No somos conscientes que somos unos simples administradores del dinero y que debemos administrarlo de forma que no cree desigualdades, que no oprima a los demás, que sirva para construir el Reino de Dios aquí, en este mundo. Sin embargo, es el dinero el que nos maneja a nosotros, cuanto más tenemos, más queremos. Más necesitamos, y lucharemos por el pasando por encima de todo y de todos.
Sería inútil decir que debemos renunciar al dinero por Dios, porque en este mundo el dinero es necesario. Necesario para pagar justamente por lo que comemos, por un techo, por… Pero cuanto se nos pide que no es justo, o cuanto estamos dispuestos a quitarle al otro por llenarnos de cosas que nos son
necesarias y que deseamos tener a costa de cualquier otra cosa o de otra persona.
¿De que reino somos administradores?
Qué Celebramos
A continuación la celebración prosigue con el “GLORIA”
SER FIEL EN LO POCO
El día de los encargos era uno de los más esperados por todos los niños en clase. Se celebraba durante la primera semana del curso, y ese día cada niño y cada niña recibía un encargo del que debía hacerse responsable durante ese año. Como con todas las cosas, había encargos más o menos interesantes, y los niños se hacían ilusiones con recibir uno de los mejores. A la hora de repartirlos, la maestra tenía muy en cuenta quiénes habían sido los alumnos más responsables del año anterior, y éstos eran los que con más ilusión esperaban aquel día. Y entre ellos destacaba Rita, una niña amable y tranquila, que el año anterior había cumplido a la perfección cuanto la maestra le había encomendado. Todos sabían que era la favorita para recibir el gran encargo: cuidar del perro de la clase.
Pero aquel año, la sorpresa fue mayúscula. Cada uno recibió alguno de los encargos habituales, como preparar los libros o la radio para las clases, avisar de la hora, limpiar la pizarra o cuidar alguna de las mascotas. Pero el encargo de Rita fue muy diferente: una cajita con arena y una hormiga. Y aunque la profesora insistió muchísimo en que era una hormiga muy especial, Rita no dejó de sentirse desilusionada.
La mayoría de sus compañeros lo sintió mucho por ella, y la compadecían y comentaban con ella la injusticia de aquella asignación. Incluso su propio padre se enfadó muchísimo con la profesora, y animó a Rita a no hacer caso de la insignificante mascotilla en señal de protesta. Pero Rita, que quería mucho a su profesora, prefería mostrarle su error haciendo algo especial con aquel encargo tan poco interesante:
- Convertiré este pequeño encargo en algo grande -decía Rita.
Así que Rita investigó sobre su hormiga: aprendió sobre las distintas especies y estudió todo lo referente a sus hábitats y costumbres, y adaptó su pequeña cajita para que fuera perfecta.
Cuidaba con mimo toda la comida que le daba, y realmente la hormiga llegó a crecer bastante más de lo que ninguno hubiera esperado...
Un día de primavera, mientras estaban en el aula, se abrió la puerta y apareció un señor con aspecto de ser alguien importante. La profesora interrumpió la clase con gran alegría y dijo:
- Este es el doctor Martínez. Ha venido a contarnos una noticia estupenda ¿verdad?
- Efectivamente. Hoy se han publicado los resultados del concurso, y esta clase ha sido seleccionada para acompañarme este verano a un viaje por la selva tropical, donde investigaremos todo tipo de insectos. De entre todas las escuelas de la región, sin duda es aquí donde mejor habéis sabido cuidar la delicada hormiga gigante que se os encomendó. ¡Felicidades! ¡Seréis unos ayudantes estupendos!
Ese día todo fue fiesta y alegría en el colegio: todos felicitaban a la maestra por su idea de apuntarles al concurso, y a Rita por haber sido tan paciente y responsable. Muchos aprendieron que para recibir las tareas más importantes, hay que saber ser responsable con las más pequeñas, pero sin duda la que más disfrutó fue Rita, quien repetía para sus adentros “convertiré ese pequeño encargo en algo grande”.
Pero aquel año, la sorpresa fue mayúscula. Cada uno recibió alguno de los encargos habituales, como preparar los libros o la radio para las clases, avisar de la hora, limpiar la pizarra o cuidar alguna de las mascotas. Pero el encargo de Rita fue muy diferente: una cajita con arena y una hormiga. Y aunque la profesora insistió muchísimo en que era una hormiga muy especial, Rita no dejó de sentirse desilusionada.
La mayoría de sus compañeros lo sintió mucho por ella, y la compadecían y comentaban con ella la injusticia de aquella asignación. Incluso su propio padre se enfadó muchísimo con la profesora, y animó a Rita a no hacer caso de la insignificante mascotilla en señal de protesta. Pero Rita, que quería mucho a su profesora, prefería mostrarle su error haciendo algo especial con aquel encargo tan poco interesante:
- Convertiré este pequeño encargo en algo grande -decía Rita.
Así que Rita investigó sobre su hormiga: aprendió sobre las distintas especies y estudió todo lo referente a sus hábitats y costumbres, y adaptó su pequeña cajita para que fuera perfecta.
Cuidaba con mimo toda la comida que le daba, y realmente la hormiga llegó a crecer bastante más de lo que ninguno hubiera esperado...
Un día de primavera, mientras estaban en el aula, se abrió la puerta y apareció un señor con aspecto de ser alguien importante. La profesora interrumpió la clase con gran alegría y dijo:
- Este es el doctor Martínez. Ha venido a contarnos una noticia estupenda ¿verdad?
- Efectivamente. Hoy se han publicado los resultados del concurso, y esta clase ha sido seleccionada para acompañarme este verano a un viaje por la selva tropical, donde investigaremos todo tipo de insectos. De entre todas las escuelas de la región, sin duda es aquí donde mejor habéis sabido cuidar la delicada hormiga gigante que se os encomendó. ¡Felicidades! ¡Seréis unos ayudantes estupendos!
Ese día todo fue fiesta y alegría en el colegio: todos felicitaban a la maestra por su idea de apuntarles al concurso, y a Rita por haber sido tan paciente y responsable. Muchos aprendieron que para recibir las tareas más importantes, hay que saber ser responsable con las más pequeñas, pero sin duda la que más disfrutó fue Rita, quien repetía para sus adentros “convertiré ese pequeño encargo en algo grande”.
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